lunes, 5 de abril de 2010

SER Y NO SER


Una de las preguntas que más ha revoloteado en mi mente, a largo de mi existencia, es ¿Quién soy? Mis reflexiones empezaron en mi temprana infancia, cuando escuchaba decir a mi padre: “Hay que ser ser y no parecer ser”. A medida que fui escudriñando e hilvanando respuestas, me di cuenta que éstas iban orientando mis decisiones y forjando mí destino, hasta este momento en que puedo ofrecer algunas conclusiones como las siguentes:
Al principio y sin duda influenciado por mi cultura occidental, la respuesta a esa pregunta tan trascendente me pareció obvia, las cosas y yo mismo, eran de una manera o no eran. La conocida frase de Shakespeare: “Ser o no ser”, confirmaba tal hipótesis, cuando en la escuela y en la iglesia escuchaba decir: O eres bueno o eres malo, o eres virtuoso o eres pecador, entre otras cosas. Fue a partir de esa perspectiva bidimensional que aprendí a valorarme y a valorar el mundo, utilizando los juicios y calificaciones que había en mi entorno, de ese modo para ser bueno o simplemente para “Ser”, tenía que comportarme o calificar de determinada manera. Mi tribu daba la pauta y yo me acomodaba a ella y dado que esas pautas eran cada vez más exigentes, por ejemplo, no era suficiente haber estudiado, ser profesional, sino además ser exitoso y además seguir estudiando, seguir obteniendo títulos y ser más y más exitoso; entré en una espiral competitiva marcada de tensión, ansiedad y estrés. Mi sensación de “Ser” en esta carrera loca fue tan efímera, que así de fugaz pareciera haber sido toda mi vida. A veces pienso que esa carrera era más para dejar de “no ser” que para “ser”.
En medio de tal situación volvía a repetirse recurrentemente el legado de mi padre: “Hay que ser y no parecer ser”, de manera que llegaron más respuestas y esta vez desde la vertiente de la cultura oriental. El Taoismo me dijo: “Lo mejor es estar quieto, lo mejor es estar vacío. En la quietud y en la vacuidad encontramos una morada” y junto al budismo y el zen me obsequiaron la meditación, con la cual vivo hace ya algunos años. El hinduismo me dijo: Detrás de este universo visible (Maya), caracterizado por ciclos sucesivos de creación y destrucción, hay otra existencia verdadera y sin cambios a la que se llega mediante reencarnaciones. Me pregunté entonces ¿Qué hago tomándome tan en serio un mundo de sueños ilusión y fantasía? Incluso ¿Qué hago planteándome la pregunta: quién soy? Desde esta perspectiva, percibí que simplemente “No soy” y cada vez que medito y llego a ese estado de calma mental, cuando observo desde otra dimensión, mi ser más profundo que ya no es un individuo, puede corroborar eso.
Qué situación tan curiosa es esta, cuando de pronto puedo experimentar que “Soy” y que a la vez “No soy”. Tengo un camino en el que siento la necesidad profunda de afirmarme, de reconocerme y que me reconozcan y tengo también otro camino en el que “No siendo” me siento completo. El primer camino es mi vía afirmativa, es una senda de búsqueda y de esfuerzo, es el yang del yin-yang, es mi lado masculino. El segundo camino es mi vía negativa, es una senda de espera sin ningún esfuerzo, es el yin del yin-yang, es mi lado femenino.
Ambos son mis caminos y necesito recorrerlos cada tanto, cada uno es tan importante como el otro, tengo la exigencia suprema de “Ser” y de “No ser”, como mi sístole y mi diástole, como mi respiración y exhalación. Si me quedo en mi experiencia de sólo “Ser”, me posee mi ego y me tiraniza impidiéndome evolucionar. Si me quedo en mi experiencia de sólo “No ser” entro en un estado de letargo y aturdimiento, como si estuviera muerto en vida y tampoco evoluciono. De ambas maneras puedo ser completamente infeliz, si sólo estoy en una de ellas.
Pero entonces ¿Cuál es la verdad, si la verdad es una sola? ¿Es el camino del “Ser” o el camino del “No ser”? ¡Qué paradoja!
Alguien dijo: “Cuando estás frente a una paradoja es porque encontraste la verdad” ¿Podrá ser entonces ésta la verdad? “Ser y No ser” en lugar de “Ser o No ser”.

Lima,04/04/2010
VHer